Las mujeres desde el principio de
los tiempos somos y seremos el oscuro objeto del deseo, y es ése deseo el que
ha motivado sublimes creaciones humanas y deleznables aberraciones.
El
deseo es una fuerza poderosa, la que lleva a los hombres a seducir y usar todo
tipo de artilugios para poseer, así sea fugazmente, su oscuro objeto del deseo.
Y es en esta oscuridad, donde la
sociedad se está perdiendo, donde teñida de misoginia, la mujer, es ese oscuro objeto
del deseo que debe ser dominada y poseída. Esta misma sociedad ha allanado el
camino para que cuando esto no es posible, algunos se crean con el derecho de
poseernos y dominarnos por cualquier medio.
El lunes nos indignamos por los actos depravados que cometen algunos enfermos en Transmilenio, el miércoles por la atrocidad
de un ataque con ácido a una mujer, la semana pasada por otra muerte de una
mujer por violencia intrafamiliar, pero creemos que son hechos aislados cometidos por enfermos. Lastimosamente, los
monstruos que nos asechan son creaciones de esta sociedad, y esta sociedad está enferma.
Tristemente a nuestra sociedad le
gusta dar pañitos de agua tibia a sus problemas y ahí es cuando aparecen "ideas" como los
vagones exclusivos para mujeres en Transmilenio, y aunque efectivo, el mensaje
es devastador, quiere decir que renunciamos a que los hombres puedan ser
educados, sensibilizados para no responder a sus instintos, ser hombres de
verdad y respetar a las mujeres, quiere decir que la única forma en que las
mujeres puedan estar a salvo de roces y tocamientos lascivos es encerrándonos,
aislándonos, porque los hombres no se pueden contener.
Porque necesitamos que los
hombres de verdad le enseñen a los otros hombres con palabras y con hechos que
todas las mujeres merecemos respeto, que condenen no solo las escandalosas agresiones
a las mujeres, sino también que condenen esas conductas que dejamos pasar en
la cotidianidad, que un hombre toque a una mujer sin que esta lo consienta, el
hombre que violenta física o psicológicamente a su pareja, el que se aprovecha
de una mujer ebria, y la lista continua…
También tenemos que indignarnos
como ciudadanos, de 926 casos de agresiones con ácido registrados en los últimos diez años, solo hay noticias de tres condenas, esto es escandaloso.
Pese a que en julio del 2013 se aprobó la Ley 1639 que aumentó las penas para
los ataques con ácido, la impunidad hace que el aumento de penas no disuada a
los agresores, dado que la probabilidad de ser atrapados y condenados es
mínima.
Peor aún, la desidia ha hecho
que pese a que la Ley también plantea restringir la venta de agentes químicos,
este aparte no ha sido reglamentado ¿la consecuencia de esto? Que en diciembre
de 2013 Jonathan Vega Chávez, comprara libremente en Chapinero ácido sulfúrico por 10.000 , sustancia con la que agredió a Natalia Ponce de León el pasado 27 de
marzo en el norte de Bogotá.
Que la indignación nos dure todos
los días, que el respeto entre nosotros reine todos los días, solo mediante el
ejemplo, y uno por uno, uno mas uno podremos hacer la diferencia.
1 comentario:
La prohibición del ácido sulfúrico no es una solución, ni creo que sea el remedio. Faltaron 925 casos para que hubiese un repudio generalizado, o quizá solo faltó un caso de alguien con nombre llamativo y buena posición socioeconómica para lograr una solidaridad que sólo Rosa Elvira Cely logró en su humildad, por la sevicia de su ataque.
El asunto es de educación, valores, justicia efectiva para todos sin importar su poder o bolsillo, y coherencia. Entre una sociedad embelezada hace menos de un mes con El Serrucho, las novelas sexistas, y la mojigatería, se sigue abonando el terreno para que este comportamiento se perpetue.
Y las mujeres en su apartheid de oportunidades educativas, laborales y sociales, teniendo que objetificarse para conseguir un macho que las valide, infortunadamente van a seguir dando pie a que estos retrógrados sigan haciendo de las suyas.
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