jueves, 3 de junio de 2021

LA FAMOSA “EMPATÍA”

 

Todo comenzó con una frase simple y poderosa “Que el privilegio no nuble tu empatía”. La frase bien intencionada, buscaba resaltar que muchos hemos sido “bendecidos y afortunados”, privilegiados por la vida y que debemos ponernos en los zapatos de los demás.

 

que el privilegio no nuble tu empatia

Ahora, la empatía es casi “exigida” pero ya no sé si lo que exigimos es empatía, que los otros reconozcan nuestras circunstancias, justifiquen nuestros actos o que refrenden nuestras convicciones.

 

¿Porque estoy pensando en esto? En Colombia están pasando cosas complicadas que se han convertido en terribles, bordeando lo inhumano. Estamos llegando a los 40 días (o mas) protestas y bloqueos, que revelan no solo los puntos del “pliego de peticiones” del Comité de Paro, sino las profundas rupturas que adolece nuestra sociedad. Oscilando el péndulo de las opiniones entre extremos que me horrorizan y lastimosamente, pasando demasiado rápido, a veces de manera imperceptible por una posición ponderada.

 

¿A qué voy? (ténganme paciencia, aquí si se me sale mi abogada interior) Que en el afán de comprender o procesar los acontecimientos, caemos en la tentación de sobre-simplificar los conceptos o los derechos en tensión. Entonces, se iguala la violencia de la piedra lanzada con la bala que la responde. Y si la bala sale de las manos de la fuerza pública es igual a si sale de las manos de un civil. Y si alguien muere es un “héroe”, sacrificó su vida por la causa o peor... “le tocaba”.

 

Es que esa tentación de sobre-simplificar los fenómenos nos lleva a igualar lo que no debe ser igualado y a pedir a otros que soporten cargas que no pueden y no tienen que soportar. Un claro ejemplo es el desabastecimiento de medicamentos, oxígeno y alimentos, leí en redes sociales a quienes con ironía decían “perdonen las incomodidades, estamos construyendo una nueva sociedad”, que si no se conseguía carne, pollo o huevos, que comieran lentejas unos días y que si estaba enfermo y no podía acceder a un traslado, medicamentos o cuidado era por culpa del gobierno, no del bloqueo.

 

Se nos olvida, en nombre de la empatía, que no todos viven el desabastecimiento de la misma manera. Si se limita el acceso a los alimentos, (mayor demanda menor oferta) pues los precios suben y ¿quiénes pueden asumir ese costo mayor? el que tiene medios. El que no, tiene que tratar de comprar con la misma plata lo que puede o aguantar hambre. Y si pensamos en los pacientes, pues ellos no pueden ni deben ser los perjudicados, no puedo comprender como limitar el acceso a medicamentos u oxigeno nos va a llevar a ser un mejor país, no puedo.

 

Los sesgos cognitivos de lado y lado llevan a justificar lo injustificable y a moldear la indignación y por ende la “empatía” dependiendo quien es el “agredido” o quien es el “agresor”. Se compara la violencia del “vándalo” con la de la fuerza pública, y no lo es, en el caso de la fuerza pública es mucho más grave, porque la función constitucional de un policía o un militar es cuidar a los ciudadanos, lo eligió como carrera y fue entrenado para ello. Vi diferentes niveles de indignación cuando un policía manoseo a una manifestante que cuando manifestantes manosearon a una mujer policía (y aunque esa es otra conversación, las mujeres seguimos siendo “botín” en los conflictos).

 

He leído comentarios en los que los “vándalos” son platica perdida y que darles educación o salud o empleo no sirve por que no pueden “ser salvados”, es decir si no les sirven a los intereses de la mayoría, pues… ¿para qué?

 

O más grave aún… echarle a culpa al abandono estatal por la muerte de dos bebes. Y lo siento, pero si esas ambulancias hubieran podido pasar, esos bebes hubieran tenido una oportunidad de seguir con vida. La causa efectiva fue el no poder acceder a atención medica oportuna porque no pudieron pasar, porque los bebes eran sujetos especiales de protección y sus derechos estaban por encima de todos, punto!. El abandono del estado es otro tema, del cual todos somos parcialmente responsables.

 

La empatía es otra cosa, es realmente ponerse en los zapatos del otro y sentir las piedras que tiene en su interior. La empatía nos permite entender o reconocer que hemos elegido pésimos gobernantes por años y años y que al pedir que “roben, pero poquito”, todos estamos pagando un precio y que ese precio es mas alto para las poblaciones más vulnerables. La empatía es la que nos hace que, al ver una persona con hambre, le demos algo de comer, no solamente vociferemos que es culpa del estado. También nos permite entender que los “ricos también lloran”, que también tienen derechos y que los vándalos tienen derecho a que se le respete su vida e integridad.

Desenredemos el Derecho publicó un post en Instagram y que nos llama a reflexionar: “Porque este país está lleno de paracos, guerrilleros y tibios. Porque en este país no cabe nadie más, y solo respeto a quien piense igual a mí. El otro es tan bruto, tan ignorante, que no merece mi respeto.” (…) “Pero, por un momento, le pido que se ponga en el lugar de ese paraco, de ese guerrillo, o de ese tibio, e intente comprender que lo lleva a pensar así. (…) Mire, mire en el fondo. Mírelo, es igual a usted. Un niño, un joven, un adulto, un anciano. Un colombiano. Una persona.”  

 

“A quien le conviene el caos? ¿el odio? ¿la muerte?”…