lunes, 6 de diciembre de 2010

No estoy deprimida! Simplemente no me gusta la navidad.

Estoy cansada de las miradas de pesar o extrañeza de aquellos a los que les menciono que a mi “eso de la navidad, no me mata”. Siento que debo excusarme porque no armo el árbol de navidad el 1° de noviembre y porque soy una férrea defensora de éste mes, “DEJEN VIVIR A NOVIEMBRE” en mi lema.


Noviembre es un mes sin identidad, acosado por prematuros adornos navideños y la mirada cómplice de Papas Noeles, Renos y demás personajes decembrinos. No hay derecho que con el pretexto de que “la navidad dura muy poquito” sometamos al planeta y la economía a los efectos de tres meses de “lindas luces navideñas”. No importa que tan mal sienta que fue su año, le cuento que por armar el pesebre desde agosto no se va a acabar más rápido, lo siento, es un hecho comprobado.


Tolerar diciembre es para mí un hueso, pero la gota que rebosó la copa y me motivo a escribir estas ideas sueltas fue este artículo de la Revista Crómos: ¡Odio la Navidad!
"Hay quienes sienten escalofrío cuando se dan cuenta de que se aproxima diciembre. Sufren de depresión blanca. ¿Cómo deshacerse de ella?"
No me joda! Ahora resulta que no ser “Lina Navidad” es una enfermedad mental? Nooo, exijo respeto.


No estoy deprimida! Simplemente no me gusta la navidad! Si tomo Prozac en diciembre puede que ande con una sonrisa de boba, pero eso no significa que me llegue a gustar. 



Tengo mis razones para no disfrutar la navidad:


1. Soy una persona sumamente alérgica, y yo asocio sacar el arbolito y desempacar los adornos navideños con ojos llorosos, malestar y altas dosis de antihistamínicos.
2. Las navidades de mi infancia transcurrieron rodeada de mis 10 tíos(as), conyugues e hijos tratando de disputarse las 3 camas disponibles en la casa de mi abuela, en mis recuerdos soy la niña dormida como un 3 en una silla de la sala, mientras los adultos bailaban chucuchucu aleteando a mi alrededor.
3. Diciembre es la época favorita de los amigos de lo ajeno. Es en diciembre cuando raponeros, cosquilleros, fleteros, apartamenteros y secuestradores del paseo millonario hacen su agosto.
4. El trafico en diciembre en una ciudad como Bogotá es un caos. 
5. Odio el frenesí comercial que con imágenes de familias abrazadas recibiendo lo regalos que vende cada anunciante, impulsa a la gente a gastarse lo que no tiene por dale “una bobadita” a sus seres queridos.
6. La época navideña es buena para el comercio, pero pésima para la competitividad. En diciembre los empleados viven pendientes de las novenas y de la fiesta de fin de año como la oportunidad para amacizarse a los compañer@s y beber a costillas del empleador.
7. No entiendo cómo surge esa “felicidad” o espíritu fraterno solo porque es diciembre. Por que las personas tienen que esperar 12 meses para ir corriendo a su casa a abrazar a su mama, para perdonar o simplemente ser buenas personas? Por que necesitamos excusas para decirle a nuestros seres queridos que los amamos? Por que asociamos el afecto con bienes materiales?


Por eso exijo respeto, el hecho de no compartir el espíritu de la mayoría, no me hace necesariamente una persona amargada y depresiva. Contrario a lo que plantea la revista Cromos, no asocio la navidad a “recuerdos traumáticos de eventos que tienen que ver con la carencia económica y afectiva; duelos o aniversarios catastróficos; peleas familiares; adicciones y soledad”, no estoy traumada, repito simplemente no me gusta!

----------------------
Update de 2016: 
Les recomiendo éste breve video de la Revista Shock
Llegó diciembre con su tristeza: razones indiscutibles para odiar la Navidad 
Por Álvaro Castellanos | @alvaro_caste